1985 fue el año en el que
entrabamos en la CEE; un año después se celebraría un referéndum para nuestra
entrada en la OTAN. se abría la verja de Gibraltar, las mujeres entraban por primera vez y en igualdad de derechos en el Cuerpo Nacional de Policía.
En ese año, y próximo al fútbol, el recuerdo de la Final de la Copa de Europa en Heysel y de la que éramos testigos directos del fallecimiento de 38 espectadores de forma previa al partido que nunca debió disputarse. Recuerdo con tristeza las duras imágenes de aquella masacre, la entrega de la Copa de Europa entre incredulidad, lágrimas y rabia por lo ocurrido...
Mis recuerdos de aquel año comienzan tras unas Navidades estupendas con mis amigos de siempre, así como con mi nueva gente del Instituto. Con la cuesta de enero, comencé a ahorrar para conseguir ingresos por el viaje de fin de curso, que fue en abril. No solamente hacía tornillos, sino conseguía recursos adicionales mediante una Porra que organizaba semanalmente, y en la que cada número costaba 50 pesetas; entre amigos y familia conseguía cubrir cada semana los 100 números, daba un premio de 2.000 pesetas y me quedaba con 3.000 para poder costearme el viaje.
Aquel viaje Fin de Curso 1994-1995 que organizábamos los alumnos de 3º de B.U.P. junto con el Instituto lo hicimos a Lloret de Mar, y posteriormente y desde allí nos desplazamos a Andorra
Como suele ocurrir en estos viajes, era dormir de día o en los
Autocares, y vivir de noche. Una semana de viaje, haciendo lo que nos daba la
gana…Yo aún me pregunto cómo eran capaces algunos profesores de acompañarnos;
especialmente a esa edad que la mayoría de nosotros teníamos, 17 años, éramos
menores de edad totalmente descontrolados y con unas ganas locas de comernos el
mundo.
Nada diferente a cualquier chaval a esa edad, por supuesto. Pero había que tener arrestos para confiar en que la normalidad, las reglas y la educación se convertirían en el sendero de un plácido y tranquilo viaje. Aquella realidad valía para muchos, pero no para algunos de nosotros a quienes era difícil manejar.


Aquel curso me había convertido en Delegado de forma no voluntaria; parte de mis compañeros me eligieron a dedo, pese a mi inicial negativa, para que no saliese otra compañera a quien no apreciaban demasiado. Derivado de esa responsabilidad, me vi obligado a pisar más de un charco, como fue enfrentarme con nuestra Profesora de Ciencias, “la Cifuentes”, por su particular y severa forma de llevar las clases, así como con Jesús de Historia, con quien tuve un pequeño desencuentro.
Jesús era un brillante profesor, muy apasionado de su asignatura y poco amigo del murmullo en clase mientras él exponía sus temas. Aquello que me ocurrió me sorprendió muchísimo, más que por inesperado, por el fondo de su comentario…
Un buen día, tras varias llamadas
de atención a la clase por el escaso silencio, alguien, que doy mi palabra de
que no fui yo, lanzó una bola de papel al encerado. Jesús, que se encontraba
anotando en la pizarra, se giró, y con voz desairada, preguntó: “Quién de
vosotros ha sido…quién de vosotros ha lanzado esto” mientras deshacía la bola
de papel… “Esto es una falta de respeto muy grave…” Y en la clase, silencio
sepulcral. Volvió a repetirlo… Y en la
clase, silencio sepulcral. Y, sin ningún tipo de duda y con firmeza en su
conclusión, dirigió su mirada y su dedo índice hacia mí: “Teso, ha sido usted.
Usted es de los que lanzan la piedra y esconden la mano”.
Mis compañeros de clase me miraban atónitos, sorprendidos, porque todo el mundo sabía quién había sido y no era yo… En menos de 1 sg, le contesté: “¿Pero tú qué coño dices? Que yo no he sido, a mí no me vas a hablar así”. Recogí mis apuntes con desaire, los metí en mi Carpeta, me levanté y me dirigí a la puerta de salida pegando un sonoro portazo… Automáticamente me fui a la Sala de Jefatura de Estudios a buscar a José Antonio para informar de lo que había ocurrido. En aquel momento el culpable de aquel incidente guardó silencio, la clase se dio por terminada. A los escasos días, Jesús se dirigió a mi de forma privada, y me pidió disculpas por aquel suceso. Yo le pregunté…” Pero Jesús, "¿qué has visto en mí para tratarme así de mal?”. No supo contestarme…y eso me preocupó aún más si cabe...
Mis compañeros de clase me miraban atónitos, sorprendidos, porque todo el mundo sabía quién había sido y no era yo… En menos de 1 sg, le contesté: “¿Pero tú qué coño dices? Que yo no he sido, a mí no me vas a hablar así”. Recogí mis apuntes con desaire, los metí en mi Carpeta, me levanté y me dirigí a la puerta de salida pegando un sonoro portazo… Automáticamente me fui a la Sala de Jefatura de Estudios a buscar a José Antonio para informar de lo que había ocurrido. En aquel momento el culpable de aquel incidente guardó silencio, la clase se dio por terminada. A los escasos días, Jesús se dirigió a mi de forma privada, y me pidió disculpas por aquel suceso. Yo le pregunté…” Pero Jesús, "¿qué has visto en mí para tratarme así de mal?”. No supo contestarme…y eso me preocupó aún más si cabe...
He de reconocer que aquel
desagradable episodio me marcó; algunos profesores, como Asun de Filosofía,
vinieron a hablar conmigo, por si tenía algún problema y quería apoyarme en
ellos. Yo, sorprendido, les decía: “Pero si es que no sé que ha pasado, si es
que yo no he hecho nada”… Julieta, que había sido tutora nuestra el año
anterior, me advirtió: “no te cruces con Jesús que tiene mucho poder en el
Claustro y te va a poner las cosas difíciles” … Sin embargo, al final, aprobé
su asignatura y las dificultades me vinieron por haber elegido ciencias en
lugar de letras, y eso que al final, en junio, ese año aprobé, cosa que no
ocurriría un año más tarde, aunque las circunstancias iban a ser otras.
Fue un curso, aquel de 3º de
B.U.P, que pese a estas pequeñas salvedades fue de esos cursos, o años, que no
olvidas, que guardas en el baúl de los recuerdos y que te acompañan durante
todo el viaje, vayas donde vayas, estés donde estés. Y de ese baúl extraigo
algunos, como el que compartiré a continuación, más relacionado con mi familia,
en concreto con mi madre, y que tanto ha dado que hablar…

En todo caso, aquel fin de agosto del 85 era ciertamente caluroso. Mi madre tenía la costumbre de planchar en nuestro dormitorio, que parecía ser ligeramente mas fresquito.
Y aquel día, por la tarde, mi madre planchaba una prenda tras otra en medio de los vapores que soltaba la plancha. “Albertito, hijo, hazme un favor, y tráeme un vaso de agua fresquita del frigorífico…que estoy asada…” Y yo, que estaba en el salón, me dirijo a la cocina a prestar el servicio a mi madre. Pero en mitad del camino se aparece en mi hombro ese pequeño diablillo que todos tenemos y me susurra algo al oído…

Ella, con la sed que te produce
la deshidratación de la exudación, toma el vaso de agua con extraordinario
brío, sin testar la temperatura del cristal, y, literalmente, lo vacía en su
boca….
Fue como una erupción volcánica
del Timanfaya… Nunca he visto a mi madre enfadarse tanto conmigo como en
aquella ocasión… Nunca ha entendido, ni entiende la broma… Y de hecho, varios
días después en los que estuvo sin hablarme, así se lo recriminé…”Joder mamá es
que no sabes aguantar una broma”… Y es que en aquel segundo decidí que en lugar
de un vaso de agua del frigorífico, le llevaría un vaso de agua caliente a la
que añadí dos cucharaditas de sal, bien disueltas, para que no se percatase del
engaño…
Mientras tanto, yo seguía
igualmente mi amistad con mis colegas de toda la vida, así como con mis nuevos
amigos con los que nos íbamos haciendo mas grandes en AJUVA. Creo recordar que
a nosotros se unió aquel año Guzmán, entonces era novio de Carmina. Aquellas noches en La Pilarica a quien
también conocíamos como “el guarro” donde nos íbamos a tomar un mini de cerveza
al que acompañaba una suculenta tapa de patatas; también parábamos muchísimo
por el Moisés. Madre mía la de ratos que me habré pasado en el Moisés, con Carlos,
con Vicente padre, con Rosi, con Miguel; con unos y con otros. Parábamos
también en El Frenazo, donde Miguel había hecho amistad con los hijos del dueño
del bar.

Y entre cerveza y cerveza nos daba tiempo a ganar el Torneo de las Fiestas de Villaverde, a montar el Chiringuito para las Fiestas primero en aquel descampado frente a la Estacion de Villaverde y despues en el Parque Plata y Castañar, chiringuito que nos permitía ganarnos algún dinerillo que volaba rápido de nuestras manos...
En fin, teníamos, como cualquier grupo, una serie de sitios a los que no fallábamos cuando las obligaciones de cada uno lo permitían, y también cuando no lo permitían… Porque recuerdo aquellos tiempos en los que subrayo siempre una sensación, la de la amistad, a la que practicaba devoción y que en algunos momentos incluso me confundía, situándome en un mundo real e irreal en el que me costaba seguir el camino de lo correcto, el que debía servirme para forjar mi propio futuro. En aquel año creo que comenzó también nuestra amistad con Yoli niña, quien junto con Pili la pollera llegó a nuestras vidas de la mano de Nines y la hermana de Yoli la Punki. Y es que éramos un grupo, AJUVA, al que aún no hemos agradecido todo y cuánto pudo hacer por nosotros porque creo que, como ocurre con el vino, la esencia de su sabor y aroma se incrementa con el tiempo...

Y entre cerveza y cerveza nos daba tiempo a ganar el Torneo de las Fiestas de Villaverde, a montar el Chiringuito para las Fiestas primero en aquel descampado frente a la Estacion de Villaverde y despues en el Parque Plata y Castañar, chiringuito que nos permitía ganarnos algún dinerillo que volaba rápido de nuestras manos...
En fin, teníamos, como cualquier grupo, una serie de sitios a los que no fallábamos cuando las obligaciones de cada uno lo permitían, y también cuando no lo permitían… Porque recuerdo aquellos tiempos en los que subrayo siempre una sensación, la de la amistad, a la que practicaba devoción y que en algunos momentos incluso me confundía, situándome en un mundo real e irreal en el que me costaba seguir el camino de lo correcto, el que debía servirme para forjar mi propio futuro. En aquel año creo que comenzó también nuestra amistad con Yoli niña, quien junto con Pili la pollera llegó a nuestras vidas de la mano de Nines y la hermana de Yoli la Punki. Y es que éramos un grupo, AJUVA, al que aún no hemos agradecido todo y cuánto pudo hacer por nosotros porque creo que, como ocurre con el vino, la esencia de su sabor y aroma se incrementa con el tiempo...
Un año en el que mi equipo me
llevaría a mi primera final europea, la de la Copa de la UEFA que disputábamos
frente al Videotón y que en partido de vuelta, pese a perder en el Bernabéu por
0-1, nos permitía celebrar título europe aunque por aquellos entonces yo seguía
con mi sueño de que quería ver al Madrid ganar la Copa de Europa, algo que se
cumpliría 13 años después.

Fue el verano en el que llegaban al Madrid Gordillo,
Maceda y Hugo Sánchez, que junto con la llegada de Buyo al años siguiente,
compondrían un equipo de fábula que aunque no hizo que se cumpliese mi sueño,
sí me dio unas tardes inolvidables de fútbol con mi padre, de pie, en aquella
grada lateral del fondo norte, a mitad de camino entre la línea de fondo y el
centro del campo..


Aquel verano de 1985 también fue increíble para mí. Al igual que el anterior, mi sitio volvía a estar con “los Vicentes” y así ocurrió; solo que en este año decidí cambiar mi lugar de residencia “oficial”. En lugar de quedarme a dormir en casa de mi tía Encarna, y atendiendo también un poco la invitación de mis primos Pepe Luis y Nieves, me instalé en su casa. Pero vamos, que era todo como el año anterior, que allí solo pernoctaba de cuando en cuando y para pasar revista. Mis primos viven mas cerca de El Quinto Pino y con mi bicicleta el trayecto era menor; por otra parte, le quitaba trabajo a mi tía Encarna de prepararme los bocadillos y hacerme la comida cuando iba a comer; aunque, como siempre digo, fue un honor para mí tener la oportunidad de compartir aquel verano con ellos…
En casa de Pepe Luis se me quedaron grabados varios recuerdos. Uno de ellos es el equipo musical que tenía y un LP, que no me canse de oír aquel verano cuando estaba en su casa, con un sonido extraordinario y aquellos cascos que me permitían oírlo a toda pastilla en el silencio de la noche sin molestar a mis primos…qué maravilla de CRISES de MIKE OLDFIELD …
Y otro es la celebración de su
aniversario. Habían quedado con mis padres a comer paella en su casa. Nieves
preparó una suculenta y sabrosa paellera a la que no le faltaba detalle. Pues
bien, cinco minutos, diez, quince, treinta…y mis padres que no vienen. A esto
que ya le da a Pepe por llamar a casa de mi tío Manolo…y heles allí, tan panchos,
no se habían dado cuenta de que habían quedado a la misma hora, el mismo día,
en dos sitios distintos. El caso es que, para que la paella no se quedase por
el “plantón” de mis padres, me puse a comer y me puse morado…A tal efecto que
luego no podía ni moverme del dolor de barriga que me dio….
Fue el verano en el que conocí a
Sophie; Sophie veraneaba con sus padres y hermanas en Alboloduy, un pueblecito
de las proximidades de Tabernas en Almería. Eran franceses, y, dos o tres días
por semana, bajaban desde Alboloduy y siempre repetían hamaca en el mismo
sitio, allí en la playa de el Quinto Pino. Y comenzó entre nosotros una amistad
que permaneció durante bastantes años a través de innumerables cartas entre ambos. Mas o
menos con una frecuencia semanal, tenía noticias de Sophie y a su vez, ella
mías. Recuerdo que casi no hablaba español, tenía que hablar con ella todo el
tiempo en francés y eso me ayudó mucho en clase. Luego pasaron los años y no
recuerdo exactamente cuando nos dejamos de escribir; aun conservo aquellas
cartas y alguna fotografía de ella y de sus hermanas. Recuerdo cómo nos miraba
su padre, y los gestos de desaprobación de su madre hacia él cuando Sophie
venía con nosotros a dar un paseo por la playa o a tomar una cervecita al
chiringuito…

Y Stephan el belga, los partidos de futbito en la playa; al final se repetían muchos días del verano anterior pero que quedaron grabados para mi en lo más profundo de mi corazón.

Pasado el verano, nuevo curso
escolar y C.O.U. que inicié con dudas. COU ya era un curso al que solo
asistíamos por la mañana pero recuerdo que había que comenzar antes; las clases
se iniciaban a las 8,00 aproximadamente y terminábamos sobre las 14,00 h;
teníamos ciertamente toda la tarde libre para estudiar, o para lo que
quisiésemos.
Terminaba el año con mi sorteo
del servicio militar, cuarto reemplazo de 1987, en el que Carlos y Rulos
saldrían exentos y aquello serviría para una enésima celebración; tuvimos cada uno de nosotros diferente suerte disfrazada de diversos destinos: algunos a Madrid, otros a Cáceres, Zaragoza, y el peor, Nacho, durante un año que sería interminable y del que seríamos testigos no presenciales pero sí por correo: Aún guardo igualmente las decenas de cartas intercambiadas con Nacho desde Melilla...