sábado, 3 de noviembre de 2018

Aquellos maravillosos años (VII)



El Colegio Villaverde
Con mi hermano Julián

El Colegio Villaverde, al que yo fui desde Parvulitos, estaba en la Avenida Espinela. Era al que había ido mi hermano Julián, y mi hermana María del Mar iba al Colegio de las Monjas que hoy sigue abierto en la Avenida Real de Pinto. El nuestro actualmente no existe, cesó en su actividad hace bastantes años. Sin embargo, y desde el exterior, la fachada es exactamente igual al igual que el portal por el que nosotros accedíamos, habrá cambiado la puerta, pero poco más. En aquella acera guardábamos fila, lloviese o hiciese calor, esperando nuestro momento para cruzar la puerta y subir a nuestra aula. 



Colegio Villaverde en la Avenida Espinela, 2
En aquellos años 70, y hasta 6º de EGB, cada curso nos lo impartía un único profesor. Durante 1º,  2º y 3º,  aparece como profesora nuestra titular en mi Certificado de Estudios, la señorita Mercedes, a la que yo no recuerdo. Yo pensé, porque los recuerdos pasados tantos años son muy volátiles, que me había dado clase la Srta. Reme que era la esposa de Don Francisco, en 1º y 2º. .  Y puede que fuese así. En 3º de EGB nos dio clase la señorita Maruja, esposa de don Manuel,  y en 4º la otra señorita Maruja. Y en 5º la señorita Manoli, que vivía en Villaverde Alto, en el Paseo de los Ferroviarios, y a cuya casa fuimos a visitarla cuando estuvo unos meses de baja por intervención quirúrgica.



El lugar de las clases de todos esos cursos eran la 1ª y 2ª planta de la Avenida Espinela, 2. Eran habitaciones convertidas en aulas, y nosotros nos sentábamos en pupitres de madera, con la Profesora (para nosotros nuestra Señorita) enfrente y tras de ella, la pizarra. Recuerdo cuando Don Francisco se bajaba a tomar café al Jesusín, la habilidad de nuestro compañero y para mí, aun hoy, amigo de los de “uno de los míos”, Julio Lacasta, para imitarle y conseguir las carcajadas de toda la clase.

Ciertamente Julio era y es un gran imitador y todavía en el día de hoy seguimos riendo cada vez que hacemos este viaje al pasado recordando “al Chesco” y sus  “marías”, que no eran otra cosa que las notas, que podía ser una servilleta, un pañuelo de papel o lo primero que pillaba, con las que teóricamente puntuaba nuestras intervenciones verbales o exámenes escritos.



Al principio, todas las clases se impartían allí, en Espinela. Sin embargo, y ya cuando nosotros pasamos a 6º, teníamos que subir a la Calle Palomares, porque allí tenía el Colegio Villaverde sus aulas para 6º, 7º y 8º.

Tras la puerta principal, estaba la clase de 6º, en la planta baja;  la clase de 7º no recuerdo muy bien si estaba arriba o abajo, y la clase de 8º estaba abajo, en una especie de sótano al que daba el patio interbloque.

Colegio Villaverde en la Calle Palomares


Luego, en nuestro último curso, el Colegio Villaverde comenzó una nueva andadura en unas instalaciones en la Calle Calamina; allí había un Gimnasio en el que dábamos Educación Física, pues previamente solo habíamos podido ejercitarla, algunos días de primavera o en los inicios de cada verano, cuando salíamos a lo que antes era pleno campo y actualmente conforma el Parque Plata y Castañar, o, en ocasiones, al Ibercoal.

El Ibercoal era, por llamarlo de algún nombre, un “espacio deportivo-cultural” (un descampado) que se dibujaba entre las vías del tren, enfrente del Cuartel de la Guardia Civil, y las fábricas industriales que entonces daban limite a los barrios de Villaverde Alto y de San Cristóbal; sobre este “Polideportivo de barrio” y el maravilloso uso que le dimos, trataré en próximas entradas.



En 6º empezamos a dar un segundo idioma. Nos trajeron una profesora de francés, de nombre Isabel, que no sólo a los chicos, en plena preadolescencia, tuvo encandilados. Fue nuestra tutora en ese curso, aunque la plena Dirección de todo caía bajo la responsabilidad de Don Manuel y Don Francisco. El primero nos daba Ciencias naturales y Matemáticas, así como Formación Pretecnológica y Gimnasia, y el segundo, Lengua Española, Geografía o Historia, y Religión.  El reparto de las asignaturas se mantuvo igual en los siguientes cursos.







Y compañeros de aula, de pupitre, y de varios años de vida –para algunos de nosotros, hasta este momento- estos que podrían incluir una “Lista” desde el inicio; algunos de ellos se incorporaron en los últimos cursos, pero casi todos vivimos nuestra infancia unidos por muchas más cosas en común de las que hoy recordamos. Voy a pasar lista, con su permiso, por si falta alguno:


Amalete (8º), Jesús Álvarez Herrera, Mercedes Antolín Lázaro, Antonio Barroso Carranco, Montserrat Betrián, Roberto Bravo Camacho, Isabel Castañeda, Juan Antonio Castañeda, Fernando Espejel, Rosa María Fuentes. Gregorio García Coronado, Ana María González Huertas, José Luis Hernando Polo (Piti), Juan Carlos Hernández, Mari Cruz Macedo, Juan Carlos Mora, Carlos Manuel Nieto Rubio, Carmen Pascual (Carmina), Concepción Pérez Cañadillas (Conchi), Luismi (no recuerdo apellidos), Luis Miguel Pedraza Moya, Javier Prior, José Antonio Rodrigo Sánchez (Molina), Jesús Soria Camacho (Susi el rubio), José Luis Valiente (Natalio), Juan Antonio Vaquero, Manuela (no recuerdo apellidos), Eloisa (no recuerdo apellidos). Pavón (no recuerdo nombre)..

Goyo, Julio, Nieto, Maxi, Pedraza, Jesús Alvarez, Antonio Barroso, Natalio, Piti y Molina, en 2008





Recuerdo que cursos por delante del nuestro, incluían algunos que fueron y son “otros de los nuestros” como Rafael Jiménez Cerrajero, Carlos, Miguel Ángel Escudero López (Bily),  otros como Alberto (Goico), Graciano, Eleuterio “el Lute”, Evangelista (Vangel), Johny, José Espejel, los hermanos Jorge y Julio Begara,  y más allá, hermanos nuestros que también compartieron curso y colegio como mi hermano Julián, Javier Lacasta, Julián Espejel, la hermana de Conchi, José Luis Betrián, Vicente Escudero (otro de los míos), Chicho (Hermano de Carlos Nieto), el hermano de Jesús Soria (Susi el Rubio), el hermano de Pedraza, los hermanos de Alvarez, etc. Y también Cristian, un año menor que nosotros, y que falleció en un lamentable accidente. 

Pido disculpas, un millón, si he cambiado nombre o apellido a alguien, y sobre todo, si he omitido a alguien, ruego lo indiquéis en los comentarios para poder actualizar esta lista de compañeros y muchos amigos que con tanto cariño fuimos, y somos. O si alguien se ha sentido molesto por incluirle o incluir a algunos de los que por desgracia ya no están con nosotros, también pido disculpas y por supuesto, si es necesario, haré las rectificaciones que se soliciten.

Y por contar, miles de anécdotas. Con el ánimo de situarnos en aquel contexto, con todo el cariño y con mayor respeto aún, había varios que eran los que mejores resultados académicos obtenían, curso tras curso, casi desde que iniciamos Parvulitos hasta el final del Graduado Escolar.



Julio Lacasta, era, y es, en mi humilde opinión, una de las personas más inteligentes que yo haya conocido y que probablemente conozca o pueda conocer. Disponía de memoria fotográfica. Era capaz de recitarte cualquier libro, incluidos detalles de fotografías, con solo echar un vistazo a cada página.

Por detrás de Julio, insisto, en mi más cariñosa opinión, Maximino Mena Boldo, que si Julio era la Matrícula de Honor y porque no había más alto, Maxi era el 10. Siempre un 10. Era imposible competir con ellos.

Y muy cerca en esos resultados, Jesús Álvarez, Carlos Nieto, Mercedes Antolín, Gregorio García; y por detrás de todos estos, ya estábamos los demás.

Recuerdo los cabreos que me pillaba cuando volvía a casa y me preguntaban las notas. Un 9, un 8, un 7…daba igual, estos siempre sacaban más que yo. Y mira que lo intentaba, pero mis neuronas, no daban para mucho más, por mucho que yo quisiera… Siempre fui muy competitivo, pero chico, no había manera, eran insuperables…



Me viene a la memoria la llegada de Piti al grupo, que venía de otro colegio. Estábamos, si mal no recuerdo, en 6º, y al comienzo del curso, entre otros temas, fue obligado el estudio y aprendizaje del Teorema de Pitágoras. Cuando Don Manuel, como hacía con frecuencia, preguntó en clase que quién de nosotros se sabía el Teorema, José Luis Hernando levantó la mano a la velocidad de la luz: “Yo, yo, yo me lo sé”.  Y con gran destreza, sin dilación y con gran tino, lo cantó de arriba abajo pasando por los catetos y la hipotenusa. Hasta Julio no daba crédito. Y de ahí le vino el nombre por el que hoy quienes le queremos y la mayoría de la gente que le rodea, le conoce: “Piti” (que venía de Pitagorín).



E igualmente como nos colocábamos en ese último e inolvidable año de 8º; como situaron a Javier Prior en el medio del pupitre, entre Julio y Goyo, para que tomase lecciones de “vida” ...


Fueron los del Colegio, años, para mí, muy bonitos, aunque entiendo a quienes tienen un recuerdo diferente.




 Con el paso del tiempo y con la ayuda de Internet, conseguí localizar a Don Manuel y a la Señorita Maruja, y con ellos, hicimos una comida donde algunos de nosotros tuvimos la oportunidad de reencontrarles. Para mí fue un momento muy especial, darnos y darles esa alegría 26 años después, cuando nos reunimos para comer en el Café del Siglo.


Fotografía de 2010 con Don Francisco y Don Manuel en el Café del sigo de Villaverde Alto

Pedraza, Conchi, Carmina, Alvarez, Julio, Natalio, Piti, Nieto y yo, en 2018 
En aquellos años también tuve oportunidad de aprender a escribir a máquina. Recuerdo mis tardes en HEASE, la academia de la Calle de la Plata, 7 dónde aprendí. ASDFG Y ÑLKJH, repetido hasta la saciedad…. Y los exámenes en aquellas máquinas negras de la Plaza de la Villa, donde se situaba el Ayuntamiento de Madrid, por la Sociedad Matritense de Amigos del País. Qué nervios en aquellas filas interminables de espera hasta que te llamaban. Y qué duras estaban aquellas odiosas teclas… Sin embargo, gracias a ello, puedo escribir hoy con cierta agilidad, incluso en un teclado como éste que solo se parece en el orden y colocación a las antiguas máquinas de escribir.
















Teníamos, a finales de los 70, la mayoría 12 para cumplir 13 años. Éramos chicos de barrio; criados en uno cuya fama precedía nuestros caminos. Decir que eras de “Villaverde” era una especie de aviso “cuidado con éste”, alarma que se mantiene hasta nuestras fechas. Hijos de obreros, en una gran mayoría, porque en mi caso y aunque mi padre tenía un camión, fueron “cientos” de letras pagadas con el esfuerzo de un “camionero” y el sacrificio impositivo que hoy aún persiste, de un autónomo. 


Obreros, trabajadores de cuyo salario dependían familias de 3, 4 o 5 hijos en tiempos donde la familia numerosa lo hacían cuatro vástagos; unidades familiares que integraban en pequeñas viviendas algunos abuelos que habían venido a comienzo de los sesenta acompañando a sus hijos con la esperanza del progreso de éstos.

Trabajaban, muchos de ellos, para,  empresas como  Chrysler (automoción), Esteban y Bartolomé,  Aristrain (Alta fundición), Standard Eléctrica (componentes eléctricos),  Astilleros Españoles (buques), Talleres M.Z.A (ferrocarriles), Siderúrgica Requena (taller de forja),  donde trabajó mi inolvidable tío Agustín, Cerámicas Romero, Euskalduna y la Vers, Boetticher  (industria hidroeléctrica) y Marconi (radio y electricidad), Hijos de Giralt Laporta, Compañía Auxiliar de Transportes, TRANSFE,SA, Hierros Madrid, Cartonera Industrial Madrileña, Mata y Cía., Cerámicas Mari Paz y Las Pirámides, Técnico Química Hispana, Fundición de metales Pablo Ortiz, Faustino Recuero, Instituto Veterinario Nacional (Laboratorios IVEN),La Hispano Argentina, Fábrica Arregui, Fábrica de José Meseguer S.A.

Y sus mujeres, nuestras  madres, trabajando duramente para poder sacar sus familias adelante; haciendo milagros con aquella paga, los sobres a finales de mes, las horas extras. Era el mundo que nuestros hijos no han conocido, el de las pesetas, cuando España era situada al sur de Europa, fuera de cualquier Mercado Comunitario y vigilada de cerca por nuestra situación política.



Y nosotros, chicos también de barrio, chavales que nos estábamos criando en la calle y que, vivíamos un tiempo compulso, una situación social y política que comenzaba a escuchar el sonido de la calle. Los gritos de “Libertad, Libertad” ... aquellas manifestaciones en la Plaza Ágata, donde sabíamos que iban algunos de nuestros mayores. Los grises, como decían ellos, enfrente…











   Empezábamos a cruzar la frontera entre la niñez y la adolescencia pero mirábamos con los ojos bien abiertos todo lo que estaba ocurriendo.  Con los mismos ojos disfrutábamos de Mazinger Z, o de la inolvidable Abeja Maya y Willy, y lloramos con Marco porque no encontraba a su madre “en un pueblo italiano” … así como con Heidi; y qué mal lo pasamos cuando castigaban a latigazos a Kunta Kinte en “Raíces” ...
  

Nos acurrucábamos al calor del hogar cuando caía la noche, para disfrutar de la sonrisa de aquel camarero de “Vacaciones en el Mar”, o las tardes de domingo, después del telediario, con Michael y Laura Ingals y su adorada familia de “La Casa de la Pradera”.  Y reíamos con el tartamudeo de “Yo, Claudio”.  


También se nos iluminaba la cara, como adolescentes que éramos, al ver a Sabrina, Kelly y Jill en “Los Ángeles de Charlie”, y Dallas, con JR y la familia Ewing…







 Aquellos maravillosos años…no solo fueron de transición para un país; también para nosotros. Estábamos a un paso de conocer cómo sería la vida más allá del Colegio Villaverde; qué senderos nos depararía el camino que habíamos elegido; unos BUP, otros Formación Profesional… Nuestros caminos se separaban en aquel momento.

 Un decenio acababa de comenzar. Para algunos, una década prodigiosa que nos acercaba al año 2000 de Miguel Ríos,  y con ella la llegada de un mundo nuevo y maravillosamente desconocido…





11 comentarios:

  1. Alberto, muchas gracias por tu post. Menudo repaso. Amigos ayer, hoy y siempre. Un abrazo. Jesús Álvarez

    ResponderEliminar
  2. Jesús Alvarez, amigo entre amigos, hermano, apoyo incondicional...uno de los mios desde siempre y para siempre. Gracias a ti, por tanto cariño. Un abrazo enorme.

    ResponderEliminar
  3. Me sigue encantado leerte, que memoria y que suerte poder tenerte. Haces que también vaya recordando cosas de mi niñez, y me cerciore de todo lo pasado. Siempre he dicho que uno es lo que es, porque antes hubo una historia que escribimos sin darnos cuenta simplemente viviendo, y leyendote me agarro con mas fuerza a esta idea. Es importante recordar para saber lo que somos. Y cuando tenemos hijos, recordar es acercarte un poco mas a ellos y entenderlos mejor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno, qué cosas más bonitas leo, muchas gracias. Suerte la que tenemos de estar aquí, y ahora; poder viajar a través de la memoria a un tiempo pasado que no fue ni mejor ni peor; simplemente fue..y se fue. Por eso, y como a los lugares que te dejan huella, decidí...volver.

      Eliminar
  4. Michel, me encanta leerte, menuda memoria tienes. Parece que fue ayer cuando veíamos las series que has mencionado y ya han pasado unos cuantos años. Tú no has cambiado nada, sigues siendo esa gran persona y ese buen amigo que a todo el mundo le gustaría tener. Deseando estoy leer el siguiente capítulo de este viaje que has comenzado.
    Sabes que te quiero mucho.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cada vez que leo algo así siento un poco de verguenza; de verdad. Mira, Yoli, si en la vida he tenido algun tipo de suerte, es la de haber tenido tantos y tan buenos amigos; esos amigos, como tú, que en uno de los peores momentos de mi vida ahí estuviste; y eso, como la memoria, no se olvida... Yo también te quiero un montón querida amiga.

      Eliminar
  5. Buenos días Alberto: qué alegria volver a saber de tí y, además, que estás bien.
    Hemos leido tu blog y admiramos tu capacidad de recordar tu vido y ponerlo negro sobre blanco. En lo que a nosotros se refiere, ha sido una inyección de vitalidad que nos ha hecho recordar aquellos años, en los que teníamos más pelo y menos canas, aquellos felices años que compartimos con vosotros.
    Maruja y yo hemos pasado ratos muy agradables poniendo caras, las que teníais, claro, a casi todos los compañeros que citas y recordamos con cariño, aunque alguno no lo crea. Al hablar con tanto afecto de familiares, compañeros y profesores pones de manifiesto tu gran calidad humana, que estoy seguro heredarán tus hijos. Gracias por ser como eres y enviamos un fuerte abrazo para tí y tu familia y lo hacemos extensivo a todos los compañeros que citas o que se pongan en contacto contigo. Maruja y Manolo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Este viaje incluye algunas paradas ciertamente maravillosas. Y una de ellas es ésta, la de poder leer las palabras de mis profesores, Don Manuel y la señorita Maruja, a quienes quiero y aprecio desde hace más de 46 años. Y hace 8, tuve la suerte de poder reencontrarles y volver a abrazarles. Hoy aun sigo recibiendo su cariño, por encima del tiempo y la distancia, desde siempre y para siempre. Orgulloso de vosotros, Manolo, Maruja. Un beso enorme.

      Eliminar
  6. Buenas noches Alberto, acabo de leer lo que dices de nosotros y nos emociona, tal es la emoción que a Maruja se le han saltado las lágrimas. Nosotros
    tambien te queremos. Ayer me enteré de la muerte de L. Miguel Nieto, hermano de Carlos, por favor, si le ves dale un fuete abrazo. Aprovecho para enviar un beso a tu madre y un fuerte abrazo para tí.

    ResponderEliminar
  7. Hola de nuevo, Manolo; yo se lo daré en los próximos días que comeremos juntos. Gracias por tus bonitas palabras, le daré un beso a mi madre y se alegrará mucho de saber que estáis bien y por mi parte, un abrazo gigante para Maruja y para ti.

    ResponderEliminar
  8. Buenas tardes, me ha sorprendido gratamente encontrar esta página y ver a Don Francisco y Don Manuel. Muchas veces me he preguntado por ellos. Y si, en efecto, esa era nuestra vida, y qué vida, guardando cola hiciese lluvia y sol. Grandes momentos.

    ResponderEliminar

Si has formado o formas parte de mi viaje, estoy seguro de que tendrás algo que decirme...